El Museo de Historia Natural de Oslo, Noruega, abrió en el año 2006 una sorprendente exposición sobre la homosexualidad entre los animales. Con fotos y filmaciones presentan a los visitantes jirafas masculinas apareándose, ballenas femeninas copulando, monos machos estimulándose genitalmente, insectos, gatos, perros, pulpos del mismo sexo relacionándose, flamencos gays, loras lesbianas…
El zoólogo Meter Bockman, uno de los organizadores de la exposición, explicó que los científicos han observado comportamientos homosexuales en mil quinientas especies de animales, lo que permite concluir que la homosexualidad es una realidad natural y frecuente. Refuta Bockman la idea de que estos comportamientos se den únicamente en los zoológicos, donde los animales permanecen encerrados, y afirma que la homosexualidad se observa entre los animales en libertad y en su medio ambiente, señalando que hay parejas gays de aves y mamíferos que duran juntas toda la vida. En la exposición se destaca la frecuencia de la homosexualidad entre los pingüinos. En algunas de sus colonias, una de cada diez parejas es homosexual, un porcentaje similar al que se observa entre los seres humanos. También se expone la bisexualidad: en el caso del chimpancé bonobo ―los animales más próximos al homo sapiens― toda la especie es bisexual. También hay especies de peces transexuales y de peces travestis.
A partir de estas observaciones, Bockman concluye que la idea de que el sexo sirve solamente para la reproducción no es cierta ni siquiera entre los animales, para los que la relación sexual, al igual que para los seres humanos, es más un asunto de placer y de interacción que de reproducción. Con esta exposición, sus organizadores pretendieron rebatir científicamente todos los argumentos y los prejuicios homofóbicos que califican el comportamiento homosexual como una perversión “contra natura”, contra la Naturaleza.
Extracto del libro ‘Otro Dios es posible’ de María y José Ignacio López Vigil. Más en www.emisoraslatinas.net