Ser feliz no es sino, vivir la vida en todo su esplendor. Y vivir la vida en todo su esplendor no es sino sentirse satisfecho con todo lo que hacemos o incluso dejamos de hacer.
Perdemos constantemente nuestras vidas sumidos en pequeños problemas cotidianos, que no hacemos otra cosa que solapar nuestra alma bajo una cierta penumbra. Esa penumbra, esconde la verdad absoluta de tener en sí misma una luz, la cual precisamente, la convierte en penumbra y no en oscuridad. Todos los problemas en los que nos encontramos día a día tienen soluciones. Y todas las soluciones están siempre presentes para que podamos encontrarlas.
En todo ésto me baso en la risa de un niño. La cual surge con rapidez cuando llora y se le hace cualquier mojiganga y olvida en seguida el problema que lo hizo llorar para volver a reír.
San Mateo nos relata que Jesús dijo: “Les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño será el más grande en el Reino de los cielos” Mt 18, 1-4